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Jhon Barreto: El coreógrafo que utiliza la danza para narrar historias de inclusión y diversidad

El 28 de junio de 1969, la comunidad LGTBI de Estados Unidos se rebeló contra la homofobia y, al año siguiente, tomó las calles en la marcha del Orgullo Gay.
Ruth Johanna Gelvez Rodriguez

Esta celebración, también conocida como la Marcha del Orgullo LGBT o simplemente el Orgullo, se lleva a cabo el 28 de junio en muchos lugares del mundo para conmemorar los disturbios de Stonewall, ocurridos en la ciudad de Nueva York en 1969.

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En aquella época, el Stonewall Inn, un bar frecuentado por personas LGBTQ+, fue objeto de una redada policial. Las redadas en bares frecuentados por la comunidad LGBTQ+ eran comunes y estaban respaldadas por leyes discriminatorias que criminalizaban la homosexualidad. Sin embargo, esa noche las personas que se encontraban en el bar decidieron resistir y luchar contra la violencia y la opresión a las que eran sometidas.

Las protestas continuaron durante varios días y dieron lugar a manifestaciones espontáneas y disturbios en las calles cercanas al Stonewall Inn. Estos eventos marcaron un hito importante en la lucha por los derechos de las personas LGBTQ+ y se consideran un punto de inflexión en el movimiento por la igualdad y la visibilidad de la comunidad.

Al año siguiente, en Nueva York, se celebró la primera marcha del Orgullo Gay para conmemorar los disturbios de Stonewall, coincidiendo con su aniversario. Desde entonces, esta fecha se ha convertido en un símbolo importante para la comunidad LGBTQ+ y se ha adoptado en muchos lugares del mundo como una ocasión para celebrar el Orgullo.


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La danza como resistencia

Jhon Barreto, director de arte y coreografía, nacido en Málaga, Santander, explica cómo reconocerse a sí mismo desde sus raíces y entenderlas le ha permitido decir desde una perspectiva política: "soy marica".

"Como artista, me identifico como marica, y mi tesis de maestría está relacionada con la cultura festiva colombiana, inspirada en haber nacido y crecido en el Festival del Oriente Colombiano. Bailamos incluso el himno nacional. Todo esto me ha llevado a aceptar que mi cuerpo es diferente, mi experiencia de vida es diferente y las formas de vestir también lo son. Vale la pena compartirlo con el mundo", agrega.

Socialmente, se nos pide que nos pongamos en los zapatos de los demás, que seamos empáticos. Sin embargo, no todos ejercen este principio cuando el deseo de imponer sus ideas prevalece sobre la razón, considerando que un ser humano es más valioso que otro.

Jhon sigue relatando su vida, los rechazos y las críticas sociales que, en última instancia, no tienen y no deben ser expresadas. "Ha sido increíble vivir esta vida. Nunca esperé tener el impacto que tengo después de regresar a Bucaramanga después de vivir ocho años en Medellín, uno en México y colaborar en varios proyectos iberoamericanos de arte y cultura. No esperaba volver a Colombia y a Bucaramanga después de la pandemia", comenta Jhon. Describe esta experiencia como un golpe de realidad, no porque en otros lugares del mundo la violencia haya desaparecido o porque no se sienta acosado (prefiere ser referido en femenino) de diversas formas.

La vida lo llevó al performance, a expresarse con su cuerpo y a tener la valentía de mostrarse tal como es, no como la sociedad le exige ser, ni siquiera con un cuerpo delgado que represente la finura rococó. Él tiene su propia personalidad, su forma de expresarse, conversar, vestir y ser.

"Todo ha sido una invitación personal y poco a poco se han sumado más personas, sobre todo porque las formas en que mi cuerpo resiste y grita no son las mismas que las tuyas ni las de quienes leen esto. Hay tantas posibilidades de cuerpos en el mundo como historias y formas de expresar lo que debemos decir", concluye.

Una de las obras más recientes de Jhon Barreto es "IN-TIMO", donde la danza juega escénicamente con el concepto de "cuerpo mutante" en constante tránsito.

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