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Las ‘pegahueso’, medicina tradicional del Chocó

Por: Francisco Palacios, Radio Nacional Chocó

Por: Francisco Palacios, Radio Nacional Chocó

Son las 10 de la mañana en una de las calles del municipio de Cértegui. Del interior de una vivienda de ladrillos, pintada en color verde oliva, se escucha un lamento “¡ay! Gorgonia, me duele, me duele” son los quejidos de una mujer de unos 40 años de edad, sentada en una silla, con un pie levantado sobre un viejo banco de madera, cuya superficie está un poco ennegrecida por las cientos de pieles que ha visto posarse sobre el.

Ella se encuentra en una esquina de la sala de esta casa de 9 habitaciones, de las cuales 4 han sido acondicionadas con 3 camas cada una, para atender a los frecuentes visitantes, que mes tras mes, llegan hasta este lugar en búsqueda de las manos y los rezos de doña Gorgonia Perea, la ‘pegahueso’.

Y es que en este hogar chocoano, que por temporadas se convierte en un hostal-hospital, sus habitaciones se abarrotan de personas en búsqueda de los saberes ancestrales de esta mujer a tal punto que, como lo relata ella, en muchas ocasiones deben proveerse de colchonetas para hacer dormir a la gente en la sala, pues no hay abasto en los dormitorios.

Conocidas son en el pacífico colombiano las historias de cientos de personas que han pasado por las manos de esta robusta mujer de 82 años de edad, de los cuales, 67 los ha dedicado a este oficio tradicional, “yo lo aprendí de Canuta (la mamá) me sentaba a verla como ponía la ventosa y como salía la sangre mala de las parteduras (fracturas)” nos cuenta mientras sostiene el pie de una de sus pacientes, a la cual conmina para que se relaje y le permita ejecutar con velocidad su labor, pues no es la única persona que la espera.

Detrás de ellas se encuentra Diego Olave, un joven de 19 años de edad que sufrió un accidente de tránsito a bordo de una motocicleta; la colisión le habría fracturado el peroné de la pierna derecha, alrededor de la cual se observa un entablillado que recubre un trapo, sobre el cual se leen algunos escritos; este trapo sirve de sostén a una mezcla de diversas hiervas, alcohol, aguardiente y ‘secretos’, una serie de oraciones que Gorgonia ejecuta para mejorar los efectos de sus preparaciones.

Diego asegura que la insistencia de las personas del municipio de Novita fue tan fuerte, que su papá decidió ponerlo en manos de las pegahueso, “fue lo mejor que pudo hacer mi papá (…) cuando Gorgonia me puso su mano encima escuche un ‘crac’ del hueso bajando y mire, ya puedo mover mi pie” relata, mientras no deja de sonreír.

Gorgonia es la más reconocida, pero no es la única, como ella menciona “yo lo aprendí por metiche y por metiche se lo enseñé a mi hija, que ya pegahueso” pero hay más. En municipios apartados de la cobertura de especialistas de la salud, estas mujeres se han convertido de generación en generación, en los ortopedistas y kinesiólogos de las poblaciones, y en muchos casos, en las cantaoras de alabaos y gualíes, que ayudan a las familias a despedir a sus seres queridos.

Ana del Carmen Perea, es una de estas mujeres que combinan su labor de cantaora con su vocación de ‘pegahueso’. Ella cuenta que a diferencia de Gorgonia, su destreza la heredó de su padre, Marino Perea, quien fue el instructor y modelo a seguir; enseñanzas que no solo le permiten ayudar a otros, sino que además, le enseñaron “truquitos para hacer más llevadero el parto de 12 hijos” los cuales componen su extensa familia.

“Hay hiervas con las que uno reduce el dolor del parto y eso ayuda” asegura. Y es que estas mujeres son quienes unen las diferentes tradiciones del pacífico, la partería, los cantos de gualíes y alabaos, la medicina tradicional, en general, son el medio de transporte de la sabiduría ancestral.

Doña Ana, afirma que las tradiciones del pacífico deben proseguir y por ello hace parte del grupo de cantaores de alabao de Cértegui, con el ánimo de motivar a los más jóvenes a preservar su tradición.

Por su parte Gorgonia, recuerda con una carcajada desmedida que su fama ha trascendido no solo territorios, sino que también, personajes representativos del deporte nacional han pasado por sus sabias manos para aliviar lesiones osteomusculares.

Tal es el caso del delantero de Santa Fe entre 1987 y 1993 Acisclo Córdoba o el defensor de la selección Colombia en 1996 Osman López, quienes llegaron hasta las calles de quienes llegaron hasta las calles de Cértegui, en búsqueda de un alivio a su dolor.

Hoy día, estas mujeres siguen teniendo la misma relevancia que años atrás, son buscadas desde los municipios cercanos e incluso desde el interior del país. Gorgonia asegura que su casa fue construida pensando en albergar a sus pacientes y que permanecerá disponible para ellos, cada vez que la necesiten.

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