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La carranga, un género joven en el corazón de Colombia

Este género tiene sus raíces en los torbellinos, las guabinas, el merengue cuerdiao o vallenato y la rumba criolla.

Mucho se habla sobre el origen de la carranga como un género musical. Vale la pena remitirse a comienzos de la década del 80, de la mano de Jorge Velosa, quien en ese entonces quiso darle un nuevo significado a la música campesina, porque él sentía que se estaba extinguiendo. Por tal razón, la bautizó como carranga, haciendo referencia no sólo al animal que se muere en el campo por cualquier razón, menos sacrificio, sino también al oficio del charranguero; la persona que se encarga de recoger el animal muerto para vender o comprar su carne.

Musicalmente, este género, quizá el más joven que exista en Colombia, tiene sus raíces en los torbellinos, las guabinas, el merengue cuerdiao o vallenato y la rumba criolla. Los instrumentos con los que originalmente se toca son: requinto, guitarra, tiple y guacharaca. Muchas veces se incorpora la riolina o dulzaina. Por supuesto la voz es uno de los elementos más importantes.

Dentro de todo el desarrollo de estas músicas hay una figura vital, querida y reconocida por los colombianos: Jorge Velosa, el carranguero mayor y la persona encargada de haberle dado un lugar importante a estas músicas de origen campesino. Su virtud es la composición, su mayor legado es darle al hombre y a la mujer, un lugar en el mapa colombiano a través de canciones como ‘Boyaquito sigo siendo’, ‘Soldadito de mi patria’, ‘Para con papas y ají’, ‘Buenos días campesino’, ‘Por fin se van a casar’, entre muchas otras.

Boyaquito sigo siendo boyaco de
Boyacá, boyacenses dicen
otros, pero a mí me gusta más
decir que soy un boyaco y que soy de la tierrita
por mil motivos que siguen palpitándome cerquita
por mil motivos que siguen palpitándome cerquita”.

En una edición pasada del Convite Carranguero, evento que resignifica las músicas campesinas, se reiteró una vez más la importancia de Velosa como uno de los precursores de estas músicas. Cabe destacar que el Convite es como lo indica su nombre, una invitación, no un concurso. A la cabeza está Eduardo Villareal, y sin duda alguna, el encuentro se ha convertido en un eje importante para el desarrollo de estas músicas que diariamente batallan con los géneros más comerciales.

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El punto de encuentro es el municipio de Tinjacá, un lugar habitado por 3.100 personas. En la plaza principal se han congregado a lo largo de las ediciones los habitantes de este municipio, que bajan de las veredas para bailar y departir en los 3 días que dura el convite.

Pero ha sido una dura lucha por mantenerlo, algunas alcaldías de turno poco les ha importado la cultura y la música y le han negado en varias ocasiones el apoyo, por lo que el evento se ha realizado fuera de casa en tres oportunidades. Ráquira y Villa de Leyva han adoptado al Convite y a la vez han sido testigos de nuevas figuras musicales que han crecido con el paso del tiempo y que gratuitamente se suben a la tarima para compartir el sentimiento de fraternidad y colectividad, que es el pilar fundamental.

La música carranguera está más viva que nunca, solo necesita el impulso de los medios, los gestores culturales y del público para apropiarnos de algo que nos pertenece y que suena a Colombia.

“Ayer me dijo una china que era muy picaron yo
Que a todas enamoraba y que tan solo a ella no
Y yo le dije calmate, calmate china querida
Pues tuyo tendré que ser, aunque me cueste la vida
Y yo le dije chinita, no te pongas tan así
Que ya te tengo en la mira para con papas y ají”

‘Para con papas y ají’ – Velosa

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