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Personajes del 2020: jóvenes médicos llevan bienestar a pequeños municipios

Paula Andrea Aguirre Bejarano, es una joven médica egresada de la universidad de La Sabana que se encuentra ejerciendo su año rural.

Por: Richard Hernández

El año rural, hoy conocido como servicio social obligatorio, es una etapa que deja muchas historias, anécdotas y experiencias a los egresados de los programas de educación superior de las áreas de la salud: medicina, odontología, enfermería y bacteriología.

Estas plazas de servicio social obligatorio, públicas y privadas, en la modalidad de prestación de servicios de salud, se asignan mediante cuatro procesos al año adelantados por el Ministerio de Salud y Protección Social, los cuales son de carácter nacional.

Paula Andrea Aguirre Bejarano, es una joven médica egresada de la universidad de La Sabana que se encuentra ejerciendo el servicio social obligatorio en el corregimiento de Pasuncha del municipio de Pacho (Cundinamarca). Nació en Mariquita (Tolima) y es la menor de cuatro hermanos. Su padre viene de una familia santandereana y su madre es de origen tolimense.

En marzo, cuando comenzó la pandemia, hubo muchos grados anticipados porque se necesitaban un gran número de médicos. Paula Andrea decidió graduarse en julio, la fecha que le correspondía. También resolvió presentarse a finales de ese mismo mes al sorteo para el año rural.

“Siempre había mucha incertidumbre. Mi familia estaba dividida: algunos querían que iniciara el rural de una vez, pero la mayoría no quería que lo hiciera porque la propensión de nosotros al contagio es más cercana a la de cualquier otra persona. A mi mamá me tocó convencerla. Siempre le decía que yo quería comenzar de una vez. Que para eso uno se preparaba y estudiaba, para enfrentar este tipo de casos y por eso debemos estar más disponibles”, comenta.

El pasado 22 de agosto la doctora Aguirre comenzó el rural en esta zona que se hizo tristemente conocida pues en Pacho había nacido Gonzalo Rodríguez Gacha alias ‘El mexicano”, uno de los miembros del cartel de Medellín. Hoy en día es una región pacífica. Pasuncha alberga unas 600 personas. Está conformada por 17 veredas. Su economía está basada en el cultivo de café, plátano, yuca, caña panelera, naranja, heliconias y ganadería.

“La comunidad me recibió muy amable, todos estaban contentos. Desde el primer día en que uno llega se están presentando y lo están saludando. Acá al médico todavía le tienen mucho respeto. Uno siente mucha solidaridad de la gente. Al principio cuando llegué no faltaba el que me trajera naranjas, bananos y limones. Siempre demostraban su agradecimiento por tener un personal médico en medio de la lejanía de estas zonas”, dice Paula.

En un día común y corriente siempre llegan a consulta externa las personas de las veredas cercanas. Según la doctora son comunes las urgencias relacionadas con los trabajos del campo, como heridas con machete. Por eso salen bastantes remisiones al hospital de Pacho que está situado a una hora y quince minutos. Ella intenta ayudar a la población porque muchas personas tienen que caminar cerca de 4 horas para llegar al centro de salud.

Aparte de la atención en su consultorio, la doctora también organiza brigadas en diferentes veredas para que las personas no tengan que desplazarse a Pacho. Son actividades con profesionales en: odontología, medicina familiar, pediatría, vacunación, crecimiento y desarrollo, controles prenatales. También se hace mucha promoción y prevención.

“El transporte no es muy fácil para ellos porque se manejan horarios específicos. Buses que salen a las seis de la mañana y a las doce del día. Si no han cogido esos dos buses, ya no hay transporte. Lo otro es el costo. Son 20 mil pesos que vale el pasaje para ir y regresar, y muchos no los tienen. Uno trata de ayudarlos de muchas formas para evitarles el traslado hasta Pacho”, explica la doctora.

Hasta el momento se ha presentado un caso positivo de Covid-19 en Pasuncha. Afortunadamente, según la doctora, se le dio un manejo con todas las medidas de bioseguridad y se hizo el aislamiento de su entorno familiar. Solamente requirió unos pocos días de hospitalización y evolucionó satisfactoriamente. También han tenido casos sospechosos, pero han salido negativos.

“A uno lo único que, como personal de salud le preocupa, son las visitas que van a llegar de grandes ciudades en esta época decembrina. Es un riesgo muy grande porque la mayoría de la población de acá son adultos mayores. Por decir algo son más del 80 por ciento con muchas comorbilidades: hipertensos, diabéticos, obesidad y enfermedad pulmonar obstructiva crónica, entre otras. En Pacho se han dado muchos casos positivos de Covid -19”, señala.

El tan esperado grado como médica tuvo que realizarlo virtualmente. Ella dice que a todos nosotros la pandemia nos cambió la vida: la parte laboral y las relaciones familiares y sociales. Por eso cree que el Covid-19 nos ha enseñado a valorar esas relaciones y recuerda lo que significaba saludar de mano

“En estos corregimientos no hay mucha tecnología. Me vine con un buen plan de datos ilimitados para poder compartir internet a mi computador y al televisor. Acá no se cuenta con droguerías, supermercados ni panaderías grandes. A uno como buen citadino le falta la comida chatarra (risas), solo se consigue los fines de semana. Lo mismo el mercado de plaza, son los sábados y domingos. Si uno no merca se quedó sin provisiones el resto de semana”, comenta.

La doctora tiene que estar disponible las 24 horas, siete días a la semana. Los 4 días que tiene de descanso al mes los aprovecha para visitar a sus familiares. El 24 de diciembre tuvo que trabajar. El 31 tendrá el día libre y lo aprovechará para recibir el año nuevo con su madre y sus hermanos. Luego volverá a Pasuncha para seguir con su labor como médica rural durante ocho meses más.

“Yo creo que más que un trabajo es una vocación. Desde que uno estudia medicina quiere servir y ayudar a la gente y esta pandemia lo demuestra, porque todos están dispuestos a poner la cara frente al Covid-19 para seguir ayudando a las personas enfermas. Recordemos que no solo existe el virus. Hay muchas personas que necesitan la atención médica por otras circunstancias y eso demuestra el amor por nuestra profesión”, concluye.

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