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Banco de semillas nativas, una apuesta por la soberanía alimentaria en el Valle del Cauca

¿Alguna vez has reflexionado sobre los alimentos que consumes y cuál es su proceso para llegar hasta tu mesa?
Semillas
Colprensa
Juan Camilo Charrupi

Es importante pensar, por un momento, todo lo que significa tener un alimento en casa. Desde el campesino que labra la tierra, hasta el vendedor de la plaza o el supermercado que lo comercializa y ni hablar de los demás procesos que son muchos, como la siembra, control, cosecha, transporte, entre otros.

Pero, ¿sabes cuáles son los procesos que garantizan la soberanía y seguridad alimentaria de las comunidades?

Según el informe de Naciones Unidas 'Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional 2022', el 22,5 % de las personas en América Latina y el Caribe no cuentan con los medios suficientes para acceder a una dieta saludable.

Este panorama fue puesto en escena a partir de la pandemia del Covid-19, pues su impacto mostró diferentes problemáticas sociales, entre ellas la inseguridad alimentaria. 

Semillas

A partir de este fenómeno, John Ortiz García, un técnico veterinario, de 53 Años, que vive en el corregimiento de los Andes, ubicado en Cali, Valle del Cauca, decidió iniciar un negocio familiar con la siembra de alimentos de producción limpia, que con el paso del tiempo se convirtió en un emprendimiento de fortalecimiento de seguridad y soberanía alimentaria; siendo además proveedores comerciales, aplicando la economía circular y el reciclaje, tomando como base de la materia prima, transformándola en compostaje, sustratos, abonos, lombricultivos, lixiviados, complementos y biopreparados, como requerimientos orgánicos de las buenas prácticas para la agricultura limpia.

Ortiz García fue asignado como Custodio del proyecto Banco de Semillas de los Andes, liderado por la Fundación Social y Ambiental del Pacífico (Fundapacifico). Cuenta que "ser custodio de tan inmensa responsabilidad conlleva a estar motivando a nuestros campesinos a sembrar la semilla de amor por el campo, a través del aprendizaje, el trueque y el compartir de la sabiduría ancestral”.

Este proyecto contempla semillas secas y vivas, donde se conservan las diferentes especies de plátanos, guineos, bananos, frijol, yucas, arracachas, entre otras, que, gracias a los encuentros con otros custodios, se comparten para que crezca el inventario de cada banco.

“La soberanía alimentaria y el custodiar las semillas nativas le da una estabilidad al campesino en Colombia y es fundamental en la construcción de la paz, también importante que se implemente la cátedra de agricultura en las instituciones educativas, para sembrar el amor por lo nuestro. Desde niños le enseñamos a los futuros productores de nuestro país, que es un país agrícola, tenemos que sembrar, es tener amor por el campo” señaló Ortiz.

Cultivos

Sin duda este trabajo no se hace solo y requiere del apoyo de muchas manos, nos cuenta Ortiz, quien además ha conseguido ayuda y asesoría del Centro Internacional de Agricultura Tropical (Ciat), que es una organización que realiza investigación colaborativa para mejorar la productividad agrícola y el manejo de los recursos naturales en países tropicales y en vía de desarrollo.

“Esa cercanía nos ha permitido tener asesoría en cuanto al sostenimiento y preservación de semillas”, dice. Sin embargo, “los custodios trabajamos de manera empírica, utilizando lugares frescos, algunas semillas en nevera y en el caso de semillas verdes, seleccionando lo mejor de las plantas y para compartirlas con las demás comunidades”.


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Todo este trabajo se replica y desarrolla también con los amantes de la agricultura limpia, la naturaleza y el reciclaje, como estudiantes y practicantes de Instituciones públicas y privadas, familias que quieren compartir con la naturaleza y la agricultura limpia, nuevos emprendedores citadinos y rurales, viveros y entidades gestoras ambientales publicas y privadas del Valle del Cauca y otras regiones. 

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Por último, Ortiz relata que tiene un sueño y es realizar una cartilla pedagógica con el objetivo de preparar a los niños, niñas y adolescentes sobre las actividades agrícolas y evitar así la migración de los campesinos a las grandes ciudades, esto para garantizar un futuro promisorio relacionado con la seguridad y soberanía alimentaria de las generaciones venideras.
 

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