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La carga del cuidado: desigualdad que se convierte en violencia de género en Cali

La desigual distribución del cuidado en Cali sigue poniendo sobre las mujeres la mayor parte de las tareas que sostienen la vida cotidiana.
Desigualdad de género en Cali: personas cuidadoras
Pixabay
Juan Camilo Charrupi

 Las largas jornadas que dedican a sustentar el hogar y atender a otros, casi siempre sin reconocimiento, crean una brecha de tiempo que limita sus oportunidades de estudio, acceso a empleos formales y su autonomía económica. Esa carga cotidiana, normalizada por la cultura, también es una forma silenciosa de violencia de género.

Cuando en Cali aún amanece, miles de mujeres ya han recorrido buena parte de su día. Su tiempo se reparte entre las tareas del hogar, el cuidado de familiares y, en muchos casos, sus jornadas laborales remuneradas. Los estudios de ‘Cali Cómo Vamos’ y la Fundación WWB Colombia confirman esta realidad: ellas destinan muchas más horas que los hombres al cuidado, una carga que profundiza la desigualdad de género.


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El 42% de las mujeres tuvo que dedicar más de seis horas al día a esas labores; esa misma carga horaria en los hombres fue solo del 12%. Allí empezamos a ver disparidades claras: las mujeres se dedican en mayor medida que los hombres al cuidado y tienen también una mayor carga horaria al ejercerlas”, explica Danny Angarita, líder técnico del Observatorio Cali Cómo Vamos.

Detrás de estas cifras hay historias concretas. Una de ellas es la de Leonila, cuidadora desde hace más de veinte años. Su rutina comenzó cuando su hija, aún en bachillerato, quedó embarazada. Para que pudiera terminar sus estudios, Leonila asumió el cuidado de su nieta, quien tiene complicaciones de salud. La responsabilidad aumentó cuando el padre de la niña desapareció y la carga quedó enteramente en sus manos. Con el tiempo, las horas dedicadas al cuidado desplazaron cualquier posibilidad de volver a un empleo estable.

Renuncié a mi trabajo porque decidí que mi hija debía continuar estudiando. Es una niña muy joven, con muchos sueños, y yo como madre y abuela no soy eterna. Aporto todo mi tiempo: la llevo a sus terapias, acompaño su escolarización y atiendo su parte médica. Tenía hasta un negocio, pero lo dejé porque me dediqué plena y exclusivamente a su desarrollo”, relata Leonila.

Como ella, miles de mujeres enfrentan una carga similar. Ese tiempo que se va entre acompañar, cocinar, limpiar o resolver es tiempo que no pueden dedicar a estudiar, trabajar o descansar. La situación se agrava cuando faltan herramientas o electrodomésticos que podrían aliviar las tareas, convirtiéndose en una carga más pesada que deja menos espacio para cualquier proyecto personal.


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De acuerdo con datos del Observatorio para la Equidad de las Mujeres (OEM),

El 90,5% de las mujeres no afrodescendientes en Cali tiene lavadora en su hogar, frente a un porcentaje significativamente menor en mujeres afrodescendientes”.

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