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Indígenas, afrodescendientes y mujeres: los protagonistas de la independencia en Chocó

La resistencia de indígenas Cueva, la batalla de Murrí (actual Bojayá), el Rey Barule y la negra Agustina fueron claves en la liberación.
Francisco Palacios

Por: Francisco Palacios

Son varios los aportes que los pueblos del Pacífico colombiano realizaron a la independencia de la nación, desde la resistencia de los pueblos indígenas Cueva, al norte del Chocó y Antioquia, hasta las luchas de Tomás Pérez con indígenas y afros contra los españoles en la batalla de Murrí (actual Bojayá), sin olvidar al Rey Barule y su palenque en El Carmelo, actual corregimiento del municipio de Tadó.

Los primeros en resistir fueron los indígenas, que habían sido engañados por los españoles en 1501. “Ellos (españoles) cambiaban espejos y otros artilugios por oro, la situación provocó el enojo de los nativos y los echaron”, cuenta Anibal, cacique del pueblo Tule, en Unguía, Chocó. Uno de esos colonizadores -añade- fue Juan de la Cosa, quien luego regresaría sesgado por la codicia, y perpetraría una cruenta masacre.

Hacia 1508, Juan de la Cosa, primer cartógrafo del golfo de Urabá, regresó a la región acompañado por un nutrido grupo de españoles en busca de oro para la corona española. En la misión, y en su afán de lograr la simpatía del rey, declaró como “caníbales” a los nativos y así logró la autorización para asesinar a diestra y siniestra.

Ello, aunado a su avaricia, propició que en medio de una celebración indígena en la isla de Tilsa, los españoles atacaran sin previo aviso, “asesinando ancianos, mujeres, niños y niñas”, relata Luis Vélez, historiador del Museo de la Casa de la Cultura de Turbo, Antioquia. Este hecho exacerbó los ánimos de los indígena, quienes declararon la guerra a los invasores.

Hacia 1509, una expedición liderada por Martín Fernández de Encizo logra asentarse en el Urabá y establecer el poblado ‘La Guardia’. Sin embargo, la imposición restrictiva de leyes que impedían el comercio del oro y la navegabilidad por los ríos León y Atrato, promovieron en 1510 un motín liderado por Vasco Núñez de Balboa, que desencadenó el primer acto de democracia en suelo americano.

 

Los colonos eligieron a Núñez de Balboa como su alcalde y este decide refundar la ciudad con el nombre de Santa María de La Antigua. Desde el principio, las luchas entre indígenas y españoles, y las luchas de poder interno, impidieron la consolidación del poblado y obligaron a los colonizadores a abandonar la comunidad y trasladarse a Panamá.

Antes de su partida, los nativos “prendieron fuego a las construcciones y comenzaban el establecimiento de su propia República, existente por más de tres siglos”, detalla Vélez.

Dos siglos después, y luego de la penetración de los españoles en suelo colombiano, un grupo de afrodescendientes liderados por el Rey Barul, lograban escaparse de las barricas de los esclavistas y dirigirse hacia lo que hoy es el municipio de Tadó.

Asegura Wilson Murillo, etnoeducador e historiador de la zona, que “Barule se estableció en lo que hoy es el corregimiento de El Carmelo”, y desde allí “lideró asaltos en haciendas cercanas", aumentando el número de los pobladores en esa zona y afianzando su leyenda.

“Barule nunca fue esclavo porque no se rindió, ni aceptó esa condición”, afirma Murillo. Con él estuvieron ligados los nombres de Mateo y Antonio Mina, con quienes estableció el “palenque de Tadó” que llegó a tener cerca de 3.000 cimarrones confederados.

Una confrontación espiritual

Tanto para afrodescendientes como para indígenas, la batalla espiritual tuvo un papel predominante. “Con los caminos cerrados, los nativos tuvieron que buscar la manera de comunicarse y lo más usual entre ellos era el desdoblamiento”, afirma Vélez, y agrega que la tradición leal Tule da cuenta de “innumerables comunicaciones entre sabios” por este medio.

“Los caciques recurrían a los Jaibanás, y que su nombre quiere decir Jai: espíritu, y baná: guía; ellos eran los encargados de llevar el mensaje”, explica Vélez.

En Tadó no fue diferente, según Wilson Murillo. “El sonido de los tambores y los rituales de los cimarrones servían de canal de comunicación entre ellos, aunque hoy el mundo occidental solo reconoce estos instrumentos como musicales”.

Foto: Alcaldía Municipal de San José de Tadó

El papel de la mujer

En Chocó, la mujer jugó un papel preponderante. Aunque existen pocos registros de la indígena Anyanci, esposa de Núñez de Balboa, en la costa Caribe chocoana, se conoce que su rol fue el de pacificadora en momentos de revuelta de los pueblos indígenas, evitando mayores sufrimiento a su gente.

Caso contrario a la participación de Querá, quien “junto a Morrocó lideró batallas contra los españoles por los caminos del Darién”, asegura María Guazarupa y Domicó, actual gobernadora del resguardo Embera de Cutis, en el municipio de Unguía.

Al oriente del Chocó, en Tadó, pero con dos siglos de diferencia, otro nombre femenino brilló con fuerza propia, la negra Agustina, quien adelantó un proceso de denuncia contra su esclavista por violarla y haberla dejado en estado de embarazo.

Agustina lo denunció ante las autoridades españolas, pero la ‘justicia’ determinó que debía ser azotada, lo que provocó el aborto de la criatura. Ante tal injusticia, la mujer decide incinerar la hacienda de aquel hombre, siendo el primer acto de rebelión femenina registrado en Chocó y que provocó revueltas en diferentes sectores de la región.

Hoy, Barule y Agustina comparten monumento en el centro de la plaza municipal de Tadó.