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Vainilla chocoana, una oportunidad para el desarrollo de la bioeconomía de la región

Virtudes aromatizantes y terapéuticas, diversidad de especies y un rápido crecimiento, hacen de esta especia del pacífico norte chocoano, un producto de alto valor para el país.
Vainilla Chocó
Fotos: Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas, SINCHI
Yaneth Jiménez Mayorga

Dice la leyenda que algunas comunidades indígenas usaban la vainilla por su aroma para atraer y conquistar amores. Una práctica que ahora evoluciona para conquistar a los propios pobladores de la región, a la economía del país y a los mercados internacionales. 

Originaria de México, la vainilla es hoy un producto de gran valor como elemento de identidad, soberanía alimentaria, fortalecimiento de la economía local del pacífico norte chocoano, gracias a la confluencia de una gran riqueza hídrica, clima, vasta biodiversidad, saberes ancestrales, ciencia e implementación de prácticas agroecológicas. 

De acuerdo con un estudio de la Universidad Nacional, el hallazgo de diversas especies de vainilla en el Pacífico colombiano, entre ellas la más comercial del mundo, Vanilla planifolia, posiciona al país en el mercado nacional e internacional por su rápido crecimiento en los bosques del Chocó, y también por su exquisito y particular aroma. 

Vainilla

“Las comunidades han encontrado que dentro de su territorio hay cerca de 7 especies de vainilla, cada una de las cuales puede tener un perfil de aroma característico, y por tanto podría dar un valor diferencial a las vainillas del Chocó”, señala Juliana Cardona, investigadora del proyecto ABRIGUE, una iniciativa de co-innovación entre varias instituciones que viene desarrollando con las comunidades vainilleras de Bahía Solano.


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De la mano de las poblaciones locales, el Ministerio de Ciencia, la Universidad Tecnológica del Chocó, el CIRAD (Centro de Cooperación Internacional en Investigación Agrícola para el Desarrollo), AGROSAVIA y el Instituto SINCHI, se vienen desarrollando acciones para el fortalecimiento de capacidades de las comunidades de adaptación al cambio climático, a partir de transformaciones de sus prácticas agrícolas hacia modelos basados en agroecología y bioeconomía basados en innovación tecnológica. 

“En el Chocó, entienden la vainilla como una oportunidad enorme para desarrollar la bioeconomía de la región. Es la oportunidad de crecer y lograr un bienestar para cada una de las familias involucradas en su producción y transformación. El mercado mundial de vainilla de alta calidad reconoce el valor agregado de este bien de la biodiversidad, por lo que la generación de cadenas de valor alrededor de su uso, permitiría una repartición justa de los beneficios derivados de su uso”, explica la investigadora Cardona. 

Saberes ancestrales

Por el momento, dice Paulo Hurtado, productor local, “después del valor medicinal y de aroma que tiene, estamos dándole a la vainilla otros usos, la estamos transformando a través del equipo de mujeres del Consejo Comunitario Río en jabón de baño, en repelentes, en extracto de vainilla, productos que para nosotros son muy importantes. El propósito es aumentar nuestra producción para que muchas familias entiendan que la vainilla es un producto valioso, que hay que incluirlo en la parcela, para que sea un ingreso más, pero siempre teniendo en cuenta la participación del relevo generacional”. 

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Sabor a vainilla

¿Pero, qué hace tan especial a la vainilla chocoana? Para Hurtado, la vainilla de esta zona del país tiene muchas ventajas, “principalmente que es una vainilla que después de sembrada, al año y medio ya empieza a producir, le saca mucha ventaja a la que se siembra en otros departamentos, y si la relacionamos con vainillas de otros países, pues más ventaja les saca. Por otro lado, conocimos la vainilla de México, y la planifolia nuestra tiene más aroma. Otra ventaja, frente a la vainilla de otros países, es que la nuestra no se raja, permanece intacta”, afirma. 

Además, explica la investigadora Cardona, la vainilla del Chocó es producida en arreglos agroforestales, y no en monocultivos, un enfoque diferencial que no genera un impacto ambiental negativo sobre el suelo. Así mismo, su cultivo no se lleva a cabo con fertilizantes derivados de síntesis química, lo que permite que su producción tenga una menor huella de carbono.

Adicionalmente, “mientras que en México, hay que recorrer distancias de hasta 20 kilómetros para encontrar la planta, en Chocó no solo existe una gran densidad por unidad de área, sino que varias especies comparten el mismo espacio, lo que facilita el cruzamiento entre ellas y las singularidades químicas que las hacen más apetecidas por la industria mundial de alimentos y cosméticos”, señala el estudio de la UNAL. 

Vainilla Chocó

De acuerdo con el profesor Robert Tulio González Mina, de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Nacional sede Palmira, “la química de los frutos de la especie vainilla planifolia del Chocó es muy parecida a la que se considera como la mejor vainilla del mundo, producida en Tahití, en el Pacífico sur. Se ha comprobado, por primera vez en el país, que la vainilla que se produce en el Pacífico crece más rápido que en cualquier parte del mundo”.

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Pero esto no sería posible sin la unión de los saberes tradicionales y el aporte de la ciencia y la innovación. 

“Los saberes ancestrales aportan de gran manera al cultivo de la vainilla, sobretodo en la parte de la producción sostenible, gracias a que nuestros ancestros nos enseñaron a cultivar en policultivo; nos enseñaron el valor medicinal que tiene la vainilla para curar muchas enfermedades. También métodos para aromatizar los vestuarios, lo que hace que hoy nuestra nueva generación valore el producto y lo cultivemos de manera responsable, con mucho amor, por lo que pensamos tenerlo siempre con nosotros”, afirma Hurtado. 

Así, productores, transformadores y comercializadores de las cadenas identificadas, acordaron junto a los científicos, la creación de planes de trabajo en aras de tejer conocimiento y co-diseñar estrategias que mejoren, escalen y hagan más rentable el aprovechamiento de los recursos naturales, y una mejora en la calidad de vida. 

Un intercambio que garantiza no solo la sostenibilidad de las cadenas, sino también la apropiación de la ciencia y la democratización del conocimiento, como lo apunta Mauricio Bechara, investigador de la Universidad Tecnológica del Chocó para quien los conocimientos científicos e institucionales llegan para fortalecer los saberes y estos, a su vez, las prácticas. 

“La vainilla para nuestra comunidad chocoana”, apunta Hurtado, “representa riqueza; es un símbolo del rescate de nuestra tradición cultural, que significa unidad”.

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