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‘Mudos testigos’, una ficción creada con archivos de cine silente colombiano

La última película de Luis Ospina, codirigida por el crítico, escritor y productor Jerónimo Atehortúa llega a las salas del país desde este 2 de marzo.
Película Mudos testigos de Luis Ospina se estrena este 2 de marzo
Fotos: cortesía Mudos testigos
Alejandra Restrepo

La última película de Luis Ospina está codirigida por el crítico, escritor y productor Jerónimo Atehortúa, y es, paradójicamente, su primera película: ‘Mudos Testigos’, un filme que crea una narrativa de ficción, una historia de amor, a partir de imágenes descartadas de películas de cine mudo de los años 20. Del archivo algunas imágenes ya tenían hongos o rayas, pero para los cineastas esto hacía parte de la historia y crearon la película sin restaurar las imágenes.

‘Mudos testigos’ cuenta la historia de amor entre Alicia (encarnada por la actriz italiana Mara Meba) y Efraín (Roberto Estrada Vergara); en el medio de la historia está el prometido de Alicia, quien hace el papel de malo: Uribe (Rafael Burgos). Estos actores del siglo pasado vuelven a la pantalla gracias a la idea experimental de Luis Ospina en 2019, llevada a cabo por Jerónimo Atehortúa luego de la muerte de Ospina.

“El proyecto lo inició Luis Ospina. Él quería hacer una película sin filmar, decía no tener energía para un nuevo rodaje, así que delimitó los materiales y el arco que abarca el paso del cine mudo a las películas sonoras. Inicialmente iba a ser una película con cierta vocación clásica, pero cuando él me buscó para que fuera el productor, el proyecto fue creciendo de la mano de los dos, hasta adquirir la identidad experimental que hoy tiene”, explicó Jerónimo Atehortúa en entrevista con Radio Nacional de Colombia.


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Luis Ospina buscó a Jerónimo, hicieron una primera parte de la película y llegaron a Francia con cinco minutos editados, allí ganaron un premio y, cuando regresaron, Luis se enfermó y falleció en septiembre de 2019.

“Cuando Luis falleció, el guion no estaba completo, solo teníamos una historia de cinco minutos, y un montón de apuntes que indicaban hacia dónde dirigirse. Yo sabía que Luis quería hacer un melodrama sobre un amor imposible. La escritura del guion no se desarrolló como generalmente se hace en los proyectos cinematográficos, sino que las mismas imágenes fueron contando sus historias y Juan Sebastián Mora y yo (guionistas) íbamos encontrando relaciones (…) el montaje de Juan Sebastián Mora y mi hermano Federico Atehortúa, fue fundamental para dar unidad a la historia”, agrega Jerónimo.

Títulos como 'Aura o las violetas' (1924), 'El amor, el deber y el crimen' (1926), 'Como los muertos' (1925), 'María' (1926), 'Manizales city' (1925), 'El trágico final de Gardel, su última despedida' (1935) son algunas de las películas que Luis Ospina eligió para narrar esta historia:

“Nos dimos cuenta de que hay tres películas (El amor, el deber y el crimen, Aura y las violetas, Como los muertos) que están protagonizadas por el mismo actor, Roberto Estrada Vergara, y decidimos que él fuera el protagonista. Por otro lado, ‘El amor, el deber y el crimen’ cuenta con la participación de la actriz italiana Mara Meba, quien tiene una presencia muy fuerte y había suficiente material que, integrado en el montaje con las distintas peripecias, podía ser la protagonista”, dijo Atehortúa.

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Este melodrama de archivo, como le llama Atehortúa, empieza con una ficción que se convierte en algo más moderno alimentado por el documental, es un homenaje al archivo cinematográfico, a la historia del cine en Colombia. Tiene la paradoja de ser una película de 2023 con imágenes filmadas hace más de 100 años. La narrativa habla de la Colombia de aquella época, pero va llevando al espectador a nuestros días y sus convulsiones políticas.

“En un momento de la película desaparecen los personajes y la narración se hace en primera persona, y esto es muy contemporáneo porque en el cine de hoy cada vez es más importante la primera persona. Empieza como un melodrama, pero se va transformando en una película de viaje en la que el protagonista empieza a hacerse consciente de la violencia estructural que lo rodea, hay tensión con la representación del territorio, y la constante tendencia burguesa a convertirlo en paisaje y cumplen una función importante los géneros que fusiona: el falso documento, la crónica y el documental”, explica el guinoista.

Este es un documento muy interesante que todos los colombianos a quienes les guste la cinematografía de Luis Ospina, que quieran conocer el archivo fílmico colombiano y el trabajo de investigación, collage y experimentación para crear una historia a partir de imágenes con más de 100 años, deberían ver desde el 2 de marzo en salas de cine del país.

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