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El encanto podrido de Bogotá, la ciudad en 11 cuentos

Una escritura que recoge relatos que se tejen en torno a la ciudad, sus habitantes, las mil historias que se encuentran por todos lados.

Por: Eduardo Otálora Marulanda

El año pasado, el terrible 2020, fue uno de los más difíciles que ha vivido la humanidad. Sus coletazos todavía nos seguirán estremeciendo durante mucho tiempo. Sin embargo, en medio de tantas dificultades también hubo espacio para algunas alegrías. Una de esas la tuvo Fabián Mauricio Martínez, ganador de la versión XV del Concurso Nacional de Libro de Cuento UIS. Fabián recibió ese honor por la escritura de ‘El encanto podrido de Bogotá’, una colección de 11 relatos que se tejen en torno a la ciudad, sus habitantes, las mil historias que se encuentran por todos lados, los universos que cada quien lleva consigo y, en definitiva, una obra que bebe del inagotable manantial que es el caos de Bogotá.

A continuación, reproduzco una breve conversación con Fabián en la que se deja ver todo el trabajo que hay detrás de este proyecto y lo importante que son, para un escritor, el oficio y la dedicación.

¿Cómo empezó tu interés por la literatura y, en particular, por escribir?

Cuando era un niño en mi casa había una enciclopedia. Uno de sus volúmenes se llamaba Cuentos y fábulas. Me fascinaba. Ahí estaban varios textos de Hans Cristian Andersen, de Las mil y una noches, de Esopo, de la mitología griega y el mundo entero. A mí me gustaba jugar fútbol, venados y cazadores, montar bicicleta con mis hermanos, pero también me encantaban esos cuentos y otros tomos de esa enciclopedia. También recuerdo que me cautivaron las historias de mi mamá (sobre familiares muertos que se despedían) y las de mis abuelas (sobre brujas que la visitaban en el tejado a una, y sobre el mismísimo diablo que se le había aparecido a la otra).

Empecé a escribir en bachillerato, pero muy mamando gallo. Cada vez que nos ponían a hacer una representación para la clase de ética o español, yo me inventaba una obrita de teatro o un sociodrama y lo representábamos con mis compañeros. Todo en clave de pasarla bueno. En 10 y 11, con un amigo que ahora es diseñador de modas, nos inventamos un periódico y lo sacamos durante esos años. También era una manera de pasarla bien. Ya en la universidad, me metí a un taller de literatura y empecé a leer en forma, a estudiar cómo estaban escritos los cuentos y novelas de tal autor u otro y me dije: yo quiero escribir así, quiero lograr transmitir cosas similares, quiero que un texto mío atrape y haga sentir tantas vainas como esta gente es capaz de atraparme y hacerme sentir y pensar tantas vainas a mí.

¿Cómo aporta el trabajo de periodista en la construcción de relatos de ficción?

Para este libro en particular aportó con la investigación y la consulta de fuentes en un par de cuentos. En el primero de ellos, ese aporte fue producto del azar, no de la intención. El final del cuento Desaparición del universo me lo dio una investigación que hice en Medellín sobre el banco de cerebros de la Universidad de Antioquia. Sin esa investigación yo no habría podido darle ese final al cuento, pero al momento de la investigación yo no sabía que escribiría ese cuento en el futuro.

En el cuento Bogotá Acid Road Trip, para las escenas en la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales, investigué acerca de lo que realmente se hace allá, sobre el proceso de cómo se convierten los desechos en fertilizantes para plantas. Esto me ayudó a construir la escena y a darle más contexto a esa parte de la historia. En el cuento ‘No hay asteroide que valga’ también consulté varios datos que felizmente se sumaron a la historia de ficción.

¿Cómo identificas que lo que vas a escribir es un cuento o una novela?

Hace unos años cuando leí los cuentos de Roberto Bolaño, en una de las ediciones venía un decálogo propuesto por el chileno. Allí, él aconsejaba escribir los cuentos de tres en tres o de cuatro en cuatro, algo así. Eso me instó a pensar y escribir los cuentos como parte de un mismo proyecto. De esa manera concebí los once textos de mi nuevo libro. Me planteé escribir un libro de cuentos y así fui haciendo las historias que lo componen. Sabía desde el principio que esas ideas y posteriores desarrollos eran cuentos.

Ahora mismo estoy escribiendo una novela. Entonces mi trabajo creativo y literario está puesto al servicio de esa historia de largo aliento con variedad de personajes y situaciones, desarrollada bajo un arco narrativo amplio y complejo. Sé que es una novela, así la identifico y así la estoy trabajando

¿Cuál es la historia detrás de ‘El encanto podrido de Bogotá’, ¿cómo aparecieron estos cuentos?

Hace un tiempo, mientras bebía unas cervezas y hablaba con un gran amigo, le dije que me gustaría escribir un libro de ficción que pasara en Bogotá. Esa noche celebrábamos porque un texto mío había aparecido en una antología de crónicas sobre la ciudad. Esa misma noche se me ocurrió el título y se lo conté a mi amigo. El libro se llamaría El encanto podrido de Bogotá. No sabía más, solo que el libro respondería a ese título. Pasó algún tiempo antes de volver a la idea. En el 2018 me propuse escribir el libro y quise que tuviera cuentos de ciencia ficción, de terror, fantásticos, nostálgicos, de realismo sucio. Quise escribir un libro que fuera diverso en cuanto a sus poéticas, pero a su vez estuviera engranado por la ciudad de Bogotá como telón de fondo. También fui conversándolo mucho con mi pareja y ella me ayudó con ideas poderosas. Así lo fui armando, guiado por esa propuesta de diversidad de géneros literarios y por el concepto del encanto y lo podrido.

Al hablar de lo podrido nos referimos a algo que está descompuesto y corrompido a nivel físico, social o espiritual. Los seres y las cosas estamos expuestos, por simple entropía, al desmoronamiento y decadencia. Observar esto, por ejemplo, en el entretenimiento y el hedonismo de la sociedad, hizo que surgieran los temas de algunos de los cuentos. Observarlo en las emociones y relaciones humanas, hizo que asomaran ideas para escribir otros de los cuentos. Al mezclar lo podrido con el concepto de encanto, se crea un significado aparentemente opuesto que revela que dentro de lo viciado y corrupto también se encuentra la belleza (nos lo enseñó Baudelaire hace dos siglos) y que lo bello también contiene su inminente estado de descomposición.

¿Cuál es el encanto de las ciudades, para que se vuelvan un pretexto literario?

Hay tantas versiones de ciudad como ciudadanos hay en ella. Esto significa que las ciudades son imaginarias y con posibilidades infinitas al momento de narrarlas. Cada persona tiene una memoria particular de las cosas, de los barrios, de las calles, de las múltiples experiencias que puede brindar una urbe. Cada persona tiene unos deseos, unos rituales, una mirada, unos dolores, unos muertos, unos sueños, unas alegrías, unos amores, unos miedos y unas pesadillas relacionadas con la ciudad. Por ello, cada ciudadano imagina una ciudad distinta, con múltiples variaciones y allí reside el encanto literario de la misma.

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