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El Pin: soldado de paz en el Sinaí

Efráin García nunca imaginó que mientras el corría por las calles polvorientas de su natal Ovejas, Sucre, en el otro lado del mundo se preparaba el terreno para su llegada.

Por: Jenny González.

Efráin García nunca imaginó que mientras el corría por las calles polvorientas de su natal Ovejas, Sucre, en el otro lado del mundo se preparaba el terreno para su llegada varios años después. Una paradójica coincidencia que lo llevaría muy lejos a custodiar tierras lejanas. Al “Pin” con tan sólo 23 años le tocó tomar avión, tren y camión para llegar hasta donde su menté nunca llegó, la península triangular que lo llevaría a convertirse en soldado de paz en el Sinaí.

Egipto e Israel lucharon no sólo una guerra, lo hicieron en cinco oportunidades; la guerra de independencia de Israel, la del Sinaí, la guerra de los seis días, la del desgaste y la guerra de Yom Kippur.



Afortunadamente el 11 de noviembre de 1973, las partes entraron en razón y pocos días después, el 21 de diciembre del mismo año, el alto al fuego fue oficializado y los líderes de un lado y del otro decidieron que era un buen momento para parar.

Mientras tanto en el caluroso pueblo de Ovejas, estaba Efraín empezando su intrépido camino militar que pronto lo llevaría a Medellín. "El Pin" pese a las lágrimas de su familia se fue al mejor estilo de Mambrú, justo en la época dorada del marconi, el fax y las demoradas cartas.

Para ese momento ya había sido creada la Fuerza Multinacional de Paz y Observadores, soldados de 13 países reclutados para garantizar que el acuerdo fuese respetado. Y allí estaba el valiente García, casi siempre desarmado, temeroso, pero a la vez curioso y sorprendido.

Han pasado 35 años desde que Colombia tiene presencia en el Sinaí, cada año un pelotón de soldados expertos y con la pericia que los hace merecedores de custodiar el campo de David, viajan para vivir una experiencia incomparable. “El Pin” tenía el orgullo de pertenecer a esa primera camada de valientes hombres sumergidos en el desierto.

Aun así, para Efraín lo mejor llegó cuando regresó y entonces recordó porque le llamaban El Pin. Resulta que hasta sus nueve años todos en el pueblo y la familia estaban convencidos que él que sería años más tarde, el soldado de Paz de los Montes de María. Era mudo y una grave discapacidad lo condenaría a vivir en el silencio, todo por el capricho de llamar a cuanta cosa veía con un simple "pin".

Hoy reparte el tiempo entre su trabajo en una multinacional, de aquellas que sobreviven en los Montes de María, y los viajes que hace en su moto con paciencia y a poca velocidad. Después de todo, nunca ha tenido afán, no por nada esperó hasta los 9 años para hablar, aguantó días y noches al agua y al sol, y esperó con mesura y precaución para cumplir con su misión y quedarse para siempre como El Pin: El soldado de paz que se fue al Sinaí.

Escuche aquí la crónica de Jenny Gonzáles.

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