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‘Trotecito del indio’: el paso autóctono para bailar las músicas andinas de Colombia

su presencia como paso rítmico no estaría solo en el torbellino, el baile más autóctono del folclor de Santander, sino posiblemente en el bambuco y el pasillo.
Danzas andinas colombiana
Foto: Danzas Kimaku
Heliana Sandra Ortíz

Aunque sin muchas explicaciones de fondo fuera de los circuitos de los investigadores culturales, se cuenta que las danzas y las músicas tradicionales de nuestro país son una mezcla tri-étnica, resultado del encuentro entre las maneras de ser, pensar y hacer de habitantes prehispánicos, los españoles que llegaron en sus carabelas y de quienes fueron traídos de África para esclavizarlos.

Escondida entre las muchas historias de más de 500 años de ese encuentro, se revela que ‘el trotecito del indio’ podría ser la base rítmica de varias danzas andinas que han sobrevivido al paso del tiempo.

“Se trata de un paso dancístico menudo, corto, hecho a ras de piso, en ¾ de tiempo, muy común en varias rutinas de baile folclórico que aún se conservan; pese a que las nuevas propuestas coreográficas han tergiversado la esencia y la tradición”, cuenta Guillermo Laguna, investigador y magister en antropología cultural y folclórica latinoamericana.

Asegura que la primera referencia que tuvo del trotecito del indio se la escucho “al maestro Guillermo Abadía, que atribuía su inclusión en la danza del torbellino a los Yuko-motilón de la serranía del Perijá”.

Pero su presencia como paso rítmico no estaría solo en el torbellino, el baile más autóctono del folclor de Santander, sino posiblemente en el bambuco, en el pasillo, y en general en danzas de tradición andina.

“Con adaptaciones, en una investigación que hice pude rastrearlo de manera diversa, y si lo vemos por territorios, el trotecito del indio está implícito en movimientos dancísticos de Santander, Norte de Santander, Cundinamarca y Boyacá”, asegura.


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Pasos similares se encuentran en otras danzas folclóricas, es el caso del joropo, donde el escobillado, que realiza la mujer, y el cepillado, que realiza el hombre, también son a ras de piso, “pero en él, el zapateado es más una emulación de los bailes flamencos”, explica.

“En el bambuco, aunque actualmente se alza el pie, también se danza a ras de piso, razón por la que creo que originalmente allí estuvo el paso, pero se perdió entre las innovaciones del baile”, afirma Laguna.

Foto
Foto: Banco de la República

¿Qué fue el trotecito del indio?

Néstor Leal, director del Grupo de Música y Danza de la Universidad Industrial de Santander- UIS, interesado también en comprender el origen del trotecito del indio, recuerda que en la época de la Colonia los indios -en ese tiempo no se les decía indígenas- “cargaban un pretal en su cabeza amarrado a una silla sobre la espalda. Por el peso sus pasos eran cortos, pero acelerados dependiendo del gusto del criollo o español que trasladaban por peñas y caminos incipientes entre la maleza. La espalda se inclinaba hacia adelante para hacer la carga más llevadera”.

¿Pero, cómo esta práctica de la vida cotidiana de la Colonia se convirtió en un paso de danza que sobrevivió hasta hoy?

“No lo sé. De hecho, lo estoy investigando. Aunque es posible que haya ocurrido a través de la observación”, responde Leal.


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El registro más claro de la incorporación de este paso en las rutinas que combinaban danza y vida cotidiana está, según ambos investigadores, en las romerías que se hacían del siglo XVIII al XX, para homenajear a la Virgen de Chiquinquirá.

Tiempo en que la religiosidad terminaba siendo excusa para el descanso de las faenas campesinas del año, y a lomo de mula o a pie, con posadas en el camino, andaban leguas por semanas para visitar a ‘La Patrona’. El tiempo de viaje era utilizado para echar coplas y bailar torbellinos, bambucos, pasillos, bailando el trotecito del indio, cuentan a su manera ambos investigadores.

Laguna cuenta que ha dedicado 60 años de su vida al folclor y que por momentos se le agotan las fuerzas para defender lo que considera “patrimonio en las danzas tradicionales”, que se han ido permeando de maneras y formas que poco tienen que ver con lo autóctono. Y, parafraseando a Joaquín Piñeros, historiador y literato colombiano del siglo XX, concluye que “un pueblo que no se asome a sus fuentes culturales, nunca conocerá su verdadero rostro”.

De trotecito del indio a tres cuartos

Para el pedagogo e investigador cultural Jhon Velázquez, director de la compañía Danzas Kimaku, el trotecito del indio tuvo su origen en el torbellino santandereano, pero “la academia lo convirtió en el paso tres cuartos, y así como variante está presente en danzas andinas como el bambuco, el pasillo, la rumba criolla, la rajaleña; en el Pacífico, en la fuga y el currulao; y en el Atlántico en la gaita y la tambora”.

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