Los logros de la Reforma Agraria en Norte de Santander: tierra, paz y futuro para el campo

La Reforma Agraria continúa avanzando en Norte de Santander como una de las principales herramientas del Gobierno del presidente Gustavo Petro para transformar el campo, reparar a las víctimas del conflicto armado y consolidar la paz en los territorios históricamente golpeados por la violencia.

Durante este tiempo de gobierno, la Agencia Nacional de Tierras (ANT) ha logrado titular 13.565 hectáreas a 999 familias campesinas, un paso fundamental para garantizar seguridad jurídica, acceso a créditos, impulso a proyectos productivos y estabilidad para las generaciones futuras. Este avance contribuye, además, a reducir la informalidad de la tierra en el departamento y a reemplazar economías ilegales por alternativas lícitas que fortalecen la paz territorial.

En este contexto, la tierra deja de ser motivo de conflicto para convertirse en una base sólida de reconciliación, arraigo y bienestar para las comunidades rurales.

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Fincas para la Paz: tierra que repara y construye reconciliación

Uno de los programas más significativos es Fincas para la Paz, a través del cual la ANT ha entregado 13 predios que suman 2.513 hectáreas, destinados a asociaciones campesinas, organizaciones sociales, mujeres víctimas del conflicto armado y personas firmantes del Acuerdo de Paz.

Para Darío Alberto Vallejo, firmante de paz y coordinador del ETCR de Caño Indio, este avance representa mucho más que la entrega de un predio. “Esta tierra la esperábamos desde hace más de nueve años. Hoy podemos decir que se está cumpliendo el Acuerdo de Paz y que tenemos la posibilidad real de construir nuestras viviendas, nuestro futuro y dejarles a nuestros hijos algo que nazca desde la paz”, afirmó Vallejo. El firmante de paz destací también el impacto de la Reforma Agraria en el Catatumbo.

Estas entregas no solo garantizan acceso a la tierra, sino que crean condiciones reales para la reincorporación, el trabajo colectivo y la reconstrucción del tejido social en zonas afectadas por décadas de conflicto armado.

Mujeres campesinas: tierra para sanar y permanecer

La Reforma Agraria también avanza con un enfoque de género y reparación. En el Catatumbo, 54 mujeres campesinas víctimas del conflicto armado recibieron 724 hectáreas, fortaleciendo su autonomía económica y su derecho a permanecer en el territorio.

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Entre ellas está María Carvajal, lideresa social y víctima del conflicto armado, quien durante más de 30 años luchó por el derecho a la tierra, defendiendo los derechos humanos, la vida y la permanencia campesina en el Catatumbo. “Las mujeres llevamos décadas organizadas y resistiendo. Siempre soñamos con un pedacito de tierra y hoy ese sueño es una realidad. Esta tierra es para producir, pero también para sanar las heridas que dejó la guerra”, expresó la lideresa social.

Su testimonio refleja cómo el acceso a la tierra se convierte en una forma de reparación integral y en una oportunidad para reconstruir proyectos de vida desde la dignidad y la esperanza.

Zona de Reserva Campesina: ordenamiento territorial para la paz

Otro de los hitos alcanzados en este periodo es la aprobación de la Zona de Reserva Campesina ‘Paz y Unión Campesina del Catatumbo’, con un área superior a 59.000 hectáreas, que beneficiará a más de 1.800 familias de los municipios de La Playa de Belén, Ábrego, Bucarasica y Hacarí.

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Esta figura de ordenamiento territorial protege la economía campesina, promueve la soberanía alimentaria y previene nuevos conflictos por el uso de la tierra. Además, fortalece la organización comunitaria y el desarrollo rural integral, convirtiéndose en una herramienta clave para la consolidación de la paz en la región.

Justicia ancestral y paz con los pueblos indígenas

La Reforma Agraria también avanza en el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas. En cumplimiento de la Sentencia T-052 de 2017, el Gobierno nacional entregó la resolución de protección de 36.000 hectáreas de territorios ancestrales al pueblo indígena Barí, en municipios como Tibú, El Tarra y Convención.

Esta medida fortalece la protección del Parque Nacional Natural Catatumbo Barí y garantiza los derechos territoriales de cerca de 2.500 indígenas, reafirmando que la paz territorial solo es posible con justicia étnica y respeto por los pueblos originarios. A ello se suma el anuncio de la constitución del resguardo indígena Irokobingkayra, ampliando las garantías de pervivencia cultural y territorial.

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Producción, bienes públicos y participación comunitaria

De manera complementaria, la ANT ha impulsado proyectos productivos rurales, con la entrega de 44 subsidios por más de 208 millones de pesos para iniciativas agrícolas y ganaderas en el municipio de Santiago, fortaleciendo la economía local y la soberanía alimentaria.

Asimismo, se han formalizado 68 predios de utilidad pública, principalmente sedes educativas rurales y escenarios deportivos, facilitando la inversión estatal y mejorando el acceso a derechos fundamentales en las zonas rurales.

En materia de participación, Norte de Santander cuenta hoy con un Comité Departamental de Reforma Agraria y 12 Comités Municipales, espacios que fortalecen el diálogo entre las comunidades campesinas y el Estado, y garantizan que las decisiones sobre la tierra se construyan desde los territorios.

Tierra que siembra paz

Con estos resultados, la Agencia Nacional de Tierras reafirma su compromiso con el cumplimiento del Acuerdo de Paz, la reparación de las víctimas y la transformación estructural del campo colombiano.

En Norte de Santander, la Reforma Agraria no solo entrega tierra: construye paz, devuelve la esperanza y dignifica la vida rural, demostrando que el acceso justo a la tierra es una de las bases más firmes para un país en reconciliación.

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