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En tiempos de pandemia, loteros dicen que su suerte también está echada

Un lotero reconocido de Bogotá cuenta cómo inició en el negocio de tradición familiar y los efectos que ha tenido la pandemia en su trabajo.

Por: Richard Hernández González

Algunos historiadores apuntan a que la primera lotería surgió en la Roma Clásica, y que la lotería moderna nació en los Países Bajos, luego se extendió por Italia, Inglaterra, Francia, Norteamérica, Suramérica y España. En estos nuevos tiempos de aislamiento y pandemia, ¿qué ha pasado con los loteros y los jugadores de la suerte?

Primero, un poco de historia. Durante el periodo de dominio hispánico únicamente dos loterías funcionaron en territorio neogranadino y se jugaron en la ciudad de Santa Fe, bajo el respaldo y acompañamiento del gobierno virreinal.

El primer sorteo de la Lotería Municipal realizado en Santa Fe fue el 1 de noviembre de 1801, que rifó 1.000 pesos, tal como lo registró en aquella época el Correo Curioso de Santafé de Bogotá. La lotería más antigua del país, que aún está vigente, es la de Cundinamarca, que nació el 19 de julio de 1894.

En la actualidad en Colombia hay 15 loterías de las cuales dos de ellas ofrecen un premio mayor de 12 mil millones de pesos. Las loterías en el país son vendidas por unos 10 mil loteros que cumplen una importante labor, muy poco valorada en esa cadena de comercialización.

Foto: Archivo de Sady González (1945). Biblioteca Luis Ángel Arango

A los loteros en Bogotá usted los puede encontrar en diferentes sitios: billares, canchas de tejo, terminal de transportes, cafeterías, en el centro de la ciudad, plazas de mercado y a la salida de populosas iglesias. Algunos caminan encorvados por los barrios capitalinos como si los billetes de la suerte que llevan en sus manos les pesara al igual que sus vidas.

Jorge Garzón, más conocido como ‘El santafereño’, apodo que se ganó por su gran pasión por el equipo de fútbol bogotano Independiente Santa Fe, es un lotero que lleva más de 45 años vendiendo en la Calle 17 con Carrera Séptima, en pleno centro de la capital colombiana.

Este oficio lo aprendió desde muy niño al igual que sus siete hermanos (cuatro hombres y tres mujeres), gracias a su madre Isaura Garzón, quien durante más de 65 años trabajaba en ese sector ofreciendo la suerte a los transeúntes en numerosas fracciones de lotería. Doña Isaura era muy apreciada por muchos de sus clientes como el cantante Mario Gareña y también era famosa porque hacía la mejor chicha en el barrio Egipto.

La señora Garzón murió hace 9 años; sin embargo, cuatro de sus hijos continúan vendiendo lotería en ese mismo sitio, en unas tablas apoyadas en unos soportes de madera, en donde colocan ordenadamente la lotería para que al cliente le quede más fácil buscar su número favorito. Sobre los otros tres hermanos, dos se encuentran radicados en España trabajando en otros oficios y el otro labora en el tradicional pasaje Rivas.

Jorge fue testigo del incendio en 1973 del edificio de Avianca, en esa época el más alto del país, donde murieron cuatro personas. También alcanzó a conocer al famoso personaje bogotano ‘El tigre’ que vendía lotería en la Avenida Jiménez con Carrera Séptima.

Su amor por el equipo Santa Fe nació a la edad de siete años cuando a pocos metros de la esquina donde trabajaba con su progenitora se encontraba ubicado el hotel Cordillera, donde frecuentemente se hospedaba el onceno cardenal.

“Como a mí me gustaba mucho el fútbol, me la pasaba allí vendiéndole lotería a algunos jugadores del Santa Fe, entonces me hice amigos de muchos de ellos. Por eso se convirtió en el equipo de mis amores. Soy una persona de bien que me gusta ir al estadio, solamente a alentar al grande, nunca me metí con los seguidores del equipo contrario y siempre respaldando al rojo”, señala Garzón.

Cuando tenía 18 años Jorge logró que le dieran crédito en la distribuidora de lotería de Diego Jaramillo, que quedaba en la calle 21 con Carrera Sexta. Jaramillo se convirtió en el papá de los loteros por su filantropía. Hasta los ayudaba con dinero para comprar la medicina cuando se encontraban enfermos y en diciembre era la única agencia que los domingos ofrecía desayuno y onces a sus vendedores.

“Yo vendía la lotería en un gancho y andábamos con un hermano por todo el centro de Bogotá. Los sábados nos íbamos a recorrer el norte de la ciudad y la gente nos compraba porque no había tanta lotería falsa. Hace treinta años empezamos a vender en tablas la lotería porque era más seguro, ya que los ladrones pasaban en moto y nos robaban la lotería y también empezaron a escanear los billetes”, comenta Garzón.

La rutina de un lotero

La jornada de ‘El Santafereño’ comienza a las 7:30 de la mañana cuando sale de su vivienda ubicada en el barrio Guacamayas II, con rumbo al centro de la ciudad a recoger la lotería en la agencia distribuidora y una carretilla de hierro vertical de dos ruedas, donde lleva las tablas y una silla que le servirá de apoyo para sus doce horas de trabajo.

“Lo más duro de este trabajo es el frío que se siente en esa esquina y más en invierno. También nos ha tocado aguantarnos todos los cambios que ha tenido la Séptima como la peatonalización que hizo el alcalde Peñaloza que duró casi cuatro años y tuvimos que soportar el polvo y el ruido de los taladros. Además, la mayoría de loteros no contamos con seguridad social”, asegura Garzón.

Una de las grandes satisfacciones de Jorge por su ‘don de gentes’ es que su puesto de lotería se ha convertido en un punto de encuentro de escritores, abogados, periodistas, deportistas y mucha gente de diversas clases sociales que conversan de lo que acontece en nuestro país y en el mundo. También aprovechan para tener la ilusión de que un número les pueda cambiar su vida.

“Tengo muchos clientes que conocieron a mi madre, algunos han muerto, pero continúan viniendo sus hijos y hasta sus nietos. También he conseguido bastantes amigos que son personas muy sencillas como el pintor Hernando Guevara, quien fue gran amigo de Gabriel García Márquez. Hace pocos días Hernando llamó para saludarme y decirme que ya tenía listo un cuadro del Pibe Valderrama para regalármelo”, comenta Jorge.

El centro de Bogotá se ha convertido para Garzón en una pequeña maqueta en donde puede ubicar con gran facilidad, desde la calle 12 con carrera décima hasta la calle 27 con séptima, con nombre propio a cada uno de sus colegas loteros, que al igual que él lleva muchos años en el negocio de los juegos de suerte vendiendo billetes, fracciones y sorteos extraordinarios de loterías a miles de personas que sueñan con algún día convertirse en millonarios

Ser lotero en una pandemia

Foto: Twitter Lotería de Bogotá

Según cifras de la Federación de Loterías de Colombia (Fedelco), cerca del 70% de loteros son adultos mayores de 60 años, población considerada de alto riesgo de contagio de la enfermedad Covid-19, quienes tendrán que permanecer en aislamiento obligatorio, lo que genera un impacto negativo en las ventas de lotería en el país. El año pasado las ventas fueron de 626 mil millones de pesos, que generaron transferencias a la salud por 176 mil millones de pesos.

“Esta cuarentena nos ha dado duro porque nosotros somos trabajadores independientes y vivimos de lo que vendamos día a día, y paradójicamente las loterías aportan una gran suma de dinero a la salud. Estamos esperando que las agencias a las que les vendemos la lotería nos apoyen con algo o el gobierno, porque mis ahorros no me alcanzan sino hasta para una semana”, afirma Garzón.

El Gobierno Nacional levantó el pasado 16 de abril la suspensión y reactivó la operación de los juegos de suerte y azar a través del decreto 576, que incluye a las loterías, pero están buscando los protocolos especiales para que los loteros puedan volver a sus labores sin correr el riesgo de contagiarse.

Ante esta situación, ‘El santafereño’ espera pacientemente desde su casa (que consiguió gracias a un afortunado error) las decisiones que vaya a tomar el Gobierno Nacional para ayudar a los loteros del país.

“Esta vivienda la pude comprar hace once años cuando no alcancé a entregar a tiempo en la agencia una lotería que sumaba cuatro millones de pesos y que hubiera tenido que pagar de mi bolsillo. Pero entre los billetes que se quedaron estaba el ganador de un seco de cuarenta millones de pesos”, cuenta Garzón.

Pero para otros, los loteros y sus familias que no tienen la fortuna de contar con un hogar propio, entonces “la suerte está echada”, porque no tienen con qué pagar el arriendo, la alimentación y los servicios públicos. Por eso esperan a que Fedelco, junto al Gobierno Nacional, logren lo más pronto posible encontrar una solución para apoyar a este gremio que también se ha visto fuertemente afectado por la pandemia.

-En homenaje a Jorge Vargas, lotero del sector de San Andresito, de la Calle 38, el primer lotero en morir por el coronavirus, el pasado 2 de abril-.

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