Bogotá entre la basura y la incertidumbre: ¿qué pasará con el modelo de recolección?
La ciudad está funcionando con el actual esquema de concesiones para la recolección de basuras desde 2018. Este modelo está vigente desde 1994 cuando se dio la primera licitación de aseo incluyendo concesiones a privados. En la contratación vigente, el territorio de la capital se divide en cinco áreas, cada una de las cuales está asignada a un operador para que preste el servicio de forma exclusiva, de forma que sus usuarios son clientes cautivos (están obligados a adquirir el servicio al concesionario asignado para su sector).
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Bogotá necesita servicios especializados según su dimensión y características
Los operadores actuales son Promoambiental Distrito (oriente), Área Limpia (Suba), Bogotá Limpia (resto del noroccidente), Ciudad Limpia (Kennedy y Fontibón) y Lime (centro y resto del suroccidente). Las diferencias de los territorios hacen que la tarea de recolectar la basura sea compleja y que el servicio deba prestarse de forma contextualizada.
Estas diferencias son considerables: comprenden diversas áreas de espacio público (en tamaño y dotaciones) y de ecosistemas propios de cada lugar, como los ríos, canales y humedales que requieren un mantenimiento especial. También hay infraestructuras específicas, servicios organizados localmente; por ejemplo, la ubicación de colegios y universidades, o de hospitales de diferente nivel, o de centrales de abastos y plazas de mercado alrededor de las cuales se integra la ciudadanía.
En este contexto, principalmente, se debe la diversidad de espacios residenciales y de trabajo de las personas, pues hay bastantes diferencias entre las unidades de vivienda e instalaciones, que se han ido construyendo según las condiciones características de la ciudad en un momento determinado y de acuerdo con las capacidades económicas de los habitantes de cada sector.
El tiempo influye en las formas, materiales y espacios, cuando se construyen por primera vez, o cuando se remodelan, por lo que, al comparar, la localidad de la Candelaria comprende principalmente casas y edificaciones institucionales, con un alto valor histórico, mientras que, en otros lugares de la ciudad, prevalecen los conjuntos residenciales, que, en su mayoría, se componen de apartamentos.
Al recoger las basuras en esos sectores, las diferencias pueden no ser abismales, pero si tienen formas que deben tenerse en cuenta. Los conjuntos deben contar con depósitos que facilitan la aglomeración y clasificación previa a la recolección, pero en las zonas más tradicionales, se suelen implementar procesos de reutilización bajo enfoques comunitarios.
En ambos casos, los habitantes de la ciudad juegan roles activos, que favorecen la disposición de los residuos, contrario a la idea común sobre los ciudadanos, que suele estigmatizarlos como personas sin consciencia, que van ensuciando las calles y los rincones de la ciudad.
Más que una evaluación rigurosa de las causas de los problemas, es posible que exista bastante prejuicio y la costumbre de buscar culpables, aunque a los actores institucionales les corresponde la responsabilidad de organizar los procesos, sensibilizar, implementar estrategias participativas, hacer cumplir la normatividad y asumir el liderazgo que garantice la efectividad en el manejo de las basuras, desde su clasificación hasta su disposición final.
Si bien el sistema no ha sido del todo óptimo, los ciudadanos han comenzado a cuestionar que el aseo se ha deteriorado notoriamente desde el momento en que el alcalde Carlos Fernando Galán asume su cargo, por lo que parte de la opinión pública se volcó sobre la gestión de la Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos – UAESP, que es la entidad distrital especializada, que hace parte del sector de Hábitat.
La capital se ve más sucia que de costumbre y los ciudadanos están preocupados por el futuro del sistema de recolección de basuras
Los contratos actuales vencen el 11 de febrero de 2026. Al acercarse este plazo, los ciudadanos se encuentran preocupados por la posibilidad de que empeore la situación.
Para la continuidad del servicio, la alcaldía, a través de la Secretaría Distrital del Hábitat y su entidad adscrita, la UAESP debe presentar unos estudios técnicos mediante los cuales se justifique cambiar el esquema actual, o darle continuidad, así como los términos para desarrollar cualquiera de estas dos opciones, sin perjudicar la prestación del servicio.
De acuerdo con la proximidad de la fecha, el estudio debía presentarse en un plazo establecido en tres meses, pero de acuerdo con la Contraloría Distrital, la administración demoró nueve meses para tramitarlo, lo que claramente incide en el cumplimiento de los procesos de evaluación, ajuste y subsanación del contenido.
La evaluación y validación de los estudios técnicos le corresponde a la Comisión de Regulación de Agua Potable y Saneamiento Básico – CRA, que ha dado concepto desfavorable al estudio presentado por la alcaldía de Galán, que se realizó con el fin de sustentar que se prorroguen las concesiones por otros ocho años.
Esto resulta paradójico ante la evidencia de que la recolección no es satisfactoria para los ciudadanos y que se han generado problemáticas asociadas a puntos críticos, tan notorias que el alcalde se ha pronunciado sobre la necesidad de fortalecer la vigilancia y control, así como la aplicación de sanciones para tratar de contrarrestar la acumulación de basuras en estos lugares.
En varias comunicaciones, el alcalde ha evidenciado que la administración distrital es consciente del problema, e incluso, se solicitó la renuncia a la antigua directora de la UAESP, Consuelo Ordóñez a finales del mes de agosto, por lo que, en la actualidad, la entidad es liderada por Armando Ojeda.
Los puntos críticos de basura son atendidos por la alcaldía. Se esperan soluciones de fondo
Los que se conocen como puntos críticos de acumulación de basuras, revelan que la alcaldía debe asumir no sólo la gestión del sistema, sino también actividades operativas como la recolección directa, que formalmente, le correspondería a los operadores que han sido contratados para ello. En el mismo sentido, están en funcionamiento los caza regueros, que son vehículos de pequeña capacidad, que apoyan la recolección.
El manejo de las basuras en una capital como Bogotá es un problema estructural, que no se resuelve con campañas y actividades puntuales, como tampoco solo con un cambio de funcionarios. Eso contrasta con la versión oficial que se presentó al anunciar el nombramiento del nuevo director de la UAESP, pues la alcaldía ha insistido en que es un tema de funcionamiento de los equipos y no del agotamiento del sistema de recolección o del atraso en las estrategias de la gestión de residuos (por ejemplo, Bogotá ha avanzado muy poco en acciones de economía circular, lo que significa que se continúa desperdiciando demasiado el material reciclable).
Estas situaciones complejas tampoco se solucionan buscando culpables, estrategia que en particular, suelen terminar en señalamientos contra los ciudadanos, pues se insiste en que no se comprometen con cosas sencillas como sacar la basura en los horarios establecidos, o que no sienten propia la ciudad por lo que no se esfuerzan para que los entornos estén limpios.
Incluso si se pudiese comprobar que los ciudadanos hacen mala disposición de residuos, más allá de los prejuicios sobre su origen y costumbres, la administración distrital debería intervenir para que esto cambie, como, por ejemplo, le corresponde en términos de la sensibilización y capacitación para que todos los usuarios de los servicios tengan información completa sobre los procedimientos necesarios para disponer adecuadamente la basura y para su aprovechamiento.
De hecho, los operadores entre sus responsabilidades tienen la obligación de capacitar a los hogares, particularmente, en temas de economía circular, reciclaje, clasificación de residuos y disposición. Sin embargo, los resultados en estos temas son muy limitados, por lo que es imprescindible contar con datos claros que permitan tener un conocimiento más profundo sobre las causas de la situación y con ello, diseñar soluciones apropiadas.
Aunque la alcaldía ha presentado información sobre la reducción de los puntos críticos de basura, la ciudadanía sigue inconforme y preocupada
La administración distrital sostiene que, del año pasado a hoy día, los puntos críticos se han reducido en un 28.5%. En estos puntos nuevamente se señala la responsabilidad de la ciudadanía, pero vale la pena intentar responder algunos cuestionamientos: en una ciudad como Bogotá, en sus condiciones actuales, ¿qué tanto es posible reducir la producción de basuras, por una parte, en los hogares, y por otra, en su sistema productivo?, ¿por qué en la ciudad persisten las prácticas inadecuadas de aprovechamiento de residuos? ¿qué tanto incide la ejecución del Plan de Ordenamiento Territorial – POT, decretado en diciembre de 2021 sobre la situación actual de la recolección de basuras?, ¿es posible que la infraestructura de la ciudad contribuya a la mala disposición de las basuras?, ¿la situación tiende a empeorar o se están gestando soluciones estructurales en el momento de transición o renovación del esquema vigente de recolección?
La dimensión del problema, es como la dimensión de la ciudad, por lo que es necesario que la ciudadanía sea informada y pueda participar de los espacios en que se desarrollen iniciativas de gestión de residuos acordes con las prácticas sostenibles actuales, que se han integrado hace muchos años en otras ciudades, y que en Bogotá no han podido ser utilizadas cabalmente.
En RTVC continuaremos informando sobre este importante tema, en el marco del cambio (o continuidad) del sistema actual de recolección que está previsto para inicios del 2026.