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Mata de Palma, la ciénaga del Cesar que resiste a morir por la contaminación

La ciénaga Mata de Palma, en el corregimiento de Potrerillo (Cesar), lucha por sobrevivir a la contaminación de aguas residuales que ha devastado la pesca artesanal. Mientras el espejo de agua agoniza, decenas de familias enfrentan el hambre en pleno corredor minero del departamento.
Rigoberto Mata

El sol apenas comienza a despuntar en el horizonte cuando al puerto de la ciénaga Mata de Palma empiezan a llegar los pescadores con unos cuantos bocachicos o mojarras, resultado de hasta 14 horas de faena.

Este es el panorama cotidiano de los pescadores artesanales de este caserío, ubicado a 10 minutos de La Loma de Calenturas, cerca del Parque Solar La Loma y de las minas de carbón. Potrerillo es un pueblo de casas de bareque, rodeado de sábanas polvorientas y de la ciénaga Mata de Palma, un cuerpo de agua que espera que algún día el Estado colombiano le devuelva sus derechos.
Esta ciénaga pide a gritos ayuda, al igual que las personas que dependen de ella.

“El pescado se perdió por la contaminación”

Décadas atrás, los pescadores de Potrerillo vendían pescado en El Paso, Bosconia, Chiriguaná y otros municipios, pues la abundancia era tal que la comunidad no alcanzaba a consumirla.
Hoy, el poco pescado que logran capturar no lo quieren ni regalado, debido a la contaminación de la ciénaga. Algunos pescadores aseguran que están muriendo de hambre.

Adriadis Moreno lo sabe mejor que nadie. Es pescador artesanal, heredero de un oficio aprendido desde niño, que durante décadas sostuvo a su familia. Su jornada comienza alrededor de las cuatro de la tarde y termina a las seis de la mañana, cuando el cansancio vence al cuerpo y la esperanza se apaga, así como muere la ciénaga que lo alimentó durante años.

El esfuerzo de una larga noche no alcanza. Regresa a su casa cansado, muchas veces con las manos vacías o con apenas un par de peces. Entonces debe decidir entre venderlos o consumirlos con un trozo de yuca, que incluso en ocasiones sale dañada.

No nos alcanza lo que sacamos. Si cogemos tres pescados, toca vender dos y no alcanza para comprar la liga (carne o pollo). Nos toca comernos la yuca con el pescado que queda”, relata.


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De su oficio dependen cuatro personas, a quienes debe garantizarles al menos una comida diaria. En esta población, muchas familias solo logran cubrir el desayuno y el almuerzo, y en ocasiones apenas una comida al día, una paradoja si se tiene en cuenta que viven en pleno corredor carbonífero del Cesar.

Moreno asegura que cuando no logra pescar nada debe salir a rebuscarse.

Me toca trabajar por ahí por 25 mil pesos o esperar a que alguien nos regale la comida”, explica.

Aguas negras y una ciénaga enferma

El sentimiento es generalizado: la pesca ya no da. Los pescadores aseguran que la laguna de oxidación está vertiendo aguas negras sin tratar al caño Para Luz, afluente que alimenta este espejo de agua de más de 400 hectáreas.

La ciénaga está demasiado contaminada de lodo. Aquí nada se cría. Todo lo que echan se muere. Ya han sembrado cinco veces alevinos y no se cría ni uno. Uno se mete y sale con las patas negras; se le comen hasta las uñas”, describe uno de los pescadores.

Una comunidad que se siente abandonada

Dayeris Mejía, representante legal de la Asociación de Pescadores de Potrerillo, que agrupa a 30 pescadores, explica que entre ellos hay adultos mayores, madres cabeza de hogar, víctimas del conflicto armado y jóvenes.

Antes la pesca sustentaba a toda la comunidad. Hoy salen a faenar, capturan pocos peces y nadie se los compra por la contaminación. Hace 20 años había bagre, doncella y barbul, pero esos peces se han ido perdiendo”, señala.

Según Mejía, la situación ha sido denunciada en múltiples ocasiones, pero no han recibido respuesta de las autoridades. A Potrerillo no ha llegado ninguna entidad que verifique o controle el vertimiento de aguas residuales.

Los pescadores aseguran sentirse solos y olvidados. Ni la Gobernación del Cesar, ni la Alcaldía de El Paso, ni la Corporación Autónoma Regional del Cesar (CORPOCESAR) han puesto atención a este grave daño ambiental, mientras las familias enfrentan el hambre.


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Resistir para no desaparecer

Hoy, la ciénaga Mata de Palma ya no es sinónimo de abundancia. Es un cuerpo de agua enfermo, que muere lentamente bajo el abandono institucional.
Aun así, los pescadores salen todos los días aferrados a la esperanza de que la ciénaga les entregue al menos un par de peces, aunque estén contaminados, para alimentar a sus seres queridos.

Sueñan con que el agua vuelva a limpiarse, que regrese el pescado y que Mata de Palma pueda seguir alimentando a las futuras generaciones, como lo hizo durante décadas.Mata de Palma, la ciénaga del Cesar que resiste a morir por la contaminación

Este espejo de agua está ubicado en Potrerillo, corregimiento de El Paso (Cesar), y hoy agoniza por la contaminación proveniente de la laguna de oxidación del vecino corregimiento de La Loma de Calentura, uno de los más grandes del país.

 

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