Jóvenes agredidos por “gestores de convivencia” de la Alcaldía de Medellín denuncian que la ciudad ha vuelto a las épocas del paramilitarismo
El defensor de derechos humanos, Marcos Botero, denunció haber sido brutalmente agredido con patadas y puños por personal identificado como “gestores de convivencia” de la Alcaldía de Medellín. El ataque ocurrió durante una manifestación pacífica a favor de Palestina el pasado martes 7 de octubre y esto ha generado preocupación entre activistas, quienes cuestionan si la ciudad está regresando a las oscuras épocas del paramilitarismo.
El incidente, transformó una jornada pacífica en un escenario de confrontación, sucedió cerca al centro comercial Oviedo. Según el testimonio de Botero, la manifestación avanzaba en coordinación con las autoridades hasta que los gestores intervinieron cuando algunos participantes intentaron pintar un local comercial. El defensor, quien se recupera de las lesiones, subraya que la violencia fue iniciada por los servidores públicos, cuyo rol, irónicamente, es garantizar la convivencia. La agresión ha dejado preocupación sobre las garantías para la protesta social en la ciudad.
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Las denuncias se centran en la figura de los “gestores de convivencia”, quienes, según Botero, son policías veteranos pertenecientes a la reserva activa de la institución. Esta revelación agrava la situación, ya que se trata de personal con entrenamiento en control de multitudes y conocimiento de los protocolos. Se reportó además que algunos de estos funcionarios portaban armas de fuego durante la manifestación, en una clara violación del Decreto 03 de 2021 que regula el derecho a la protesta social.
Para el defensor de derechos humanos, la agresión sufrida no es un hecho aislado, sino el reflejo de un problema estructural más grave en Medellín. Botero conecta este acto de violencia con lo que describe como un abandono a la juventud en los barrios populares de la ciudad. Afirma que mientras la administración proyecta una imagen de "propaganda y publicidad", la realidad juvenil está marcada por la falta de oportunidades y un presupuesto social que no se refleja en mejoras tangibles.
El temor de un retroceso a prácticas del pasado es evidente. Compañeros de los manifestantes reportan que en los barrios se están viendo acciones represivas que no se observaban desde hace años, y que evocan el comportamiento de "grupos paramilitares". Esta percepción se agudiza con las políticas que, según Botero, buscan debilitar la educación superior pública. La pregunta que queda en el aire, expresada por el propio defensor, es qué garantías existen para la vida y la participación de los jóvenes en una ciudad donde "por participar se nos agrede".